París, historia de un amor platónico
Día 1
Eran las tres de la mañana, no
había dormido nada, algo grande me esperaba al salir de casa. Era un 2 de abril
de 2011, era el día en el que por primera vez cogería mi maleta y saldría fuera
de la frontera del país, hacia la ciudad del amor, París.
Nervios, nervios en cada una de
las extremidades de mi cuerpo. Con los ojos bien abiertos, ignorando como la
ciudad dormía, me dirigí en coche hacia la estación del bus donde mis compañeros
del colegio me esperaban tan anhelantes de París como yo.
El viaje en bus fue largo, pero
se compensó con el corto trayecto en avión desde el aeropuerto de Barajas hasta
París. Tanto, que llegamos con media hora de adelanto.
Torre Eiffel |
París amanecía con un sol radiante
que iluminaba la ciudad. Lo primero que hicimos nada más dejar las maletas en
el hotel fue pasear por el Trocadéro, navegar por el Sena y subir a la Torre
Eiffel, después de casi dos horas y media de cola. Además tuvimos
la suerte de que anocheció y pudimos ver la ciudad iluminada desde las alturas,
en ese momento juré que nunca vería nada más bonito.
Cansados de hacer cola para el
ascensor decidimos bajar de la segunda planta hasta abajo del todo, unos 700
escalones a pie. Por si no fuera poco, andamos 5 kilómetros más hasta
llegar al hotel donde pudimos descansar y recuperar energía para lo que nos aguardaba
el día siguiente.
Por la mañana, fuimos a
Versalles, a pesar de que nos perdimos con los metros, al final conseguimos
llegar, por desgracia una gran cantidad de turistas impidieron que entrásemos
en los interiores del palacio. Así que tuvimos que improvisar, y fuimos a visitar los jardines bajo el día
soleado que se repetía en la ciudad. Pudimos asistir a varios espectáculos en
los alrededores, tales como los de las fuentes, en los que los chorros de agua
se movían al ritmo de la música.
Vistas desde el Arco del Triunfo |
A la hora de comer fuimos a la
brasería típica parisina. Por la tarde, después
de estar andando 5
kilómetros llegamos a los Campos Elíseos hasta el Arco
del Triunfo, y subimos sus 284 escaleras de caracol. Todo fuera por disfrutar
posteriormente de las vistas.
Y para finalizar la noche
visitamos la Plaza de la Concordia, para después ir a cenar unas crêpes enormes
con chocolate.
Día 3
Hoy era nuestro último día entero
en París. Y para no malgastar tiempo a las 8:30 de la mañana ya estábamos
levantados.
Basílica del Sagrado Corazón |
Después del desayuno, marchamos
dirección hacia el pintoresco barrio de Montmartre, donde visitamos el Sagrado Corazón, una de las imágenes más bellas que han captado
mis ojos. También paseamos por la calle de los caricaturistas, donde pudimos comprar algunos souvenir para amigos
y familia, fuimos al bar de la famosa película de Amélie y observamos el Moulin Rouge desde la lejanía mientras tomábamos un chocolate caliente en
un Starbucks.
Más tarde nos dirigimos a una de
las catedrales góticas más importantes del mundo, Notre Dame, con sus inconfundibles gárgolas. Después de visitarla
por dentro con sus gigantescas y coloridas vidrieras, subimos 300 escalones para llegar hasta
el campanario, una inmensa y pesada campana aguardaba en una de sus torres.
Para comer fuimos a un Burguer
King y después de una hora de sobremesa, nos fuimos al Louvre donde tras una larga caminata
por las instalaciones conseguimos llegar a la Gioconda española que en esos
momentos se encontraba allí, en una de las cámaras secretas del museo.
Después del museo, volvimos al
hotel para descansar un ratito antes de ir todos a un bar para ver el partido
del Real Madrid.
Tras la cena, nos fuimos hasta
los Campos Elíseos para
verlos por última vez y como era nuestra última noche en París, nos permitimos
llegar un poco más tarde de lo normal.
Es posible que hoy hayamos
caminado unos 20 Kilómetros, pero
han merecido bien la pena.
Interiores de Notre Dame |
Día 4
Esta mañana nos hemos levantado
un poco más tarde que en los días anteriores.
Dedicamos la última mañana
parisina a pasear por la Ópera de
París y por las Galerías Lafayette, un enorme centro comercial por
el que pudimos realizar alguna compra.
Llegamos sobre las 14:30 horas al
aeropuerto, tristes, con los hombros caídos por aquellos maravillosos días que
dejábamos atrás.
Una vez en tierras españolas,
estuvimos cenando en el aeropuerto mientras esperábamos la hora para coger el
autobús.
Por fin, sobre la una de la
madrugada llegamos a nuestro destino.
Este viaje fue una gran oportunidad
para conocer a la gente, el lugar y el idioma de una cultura diferente.
En apenas cuatro días pudimos
visitar los sitios más emblemáticos de París, lugares con los que siempre había
soñado. Ahora echo la vista atrás y recuerdo este viaje pensando que valió la
pena todo el cansancio y las caminatas que nos pegamos. Las risas, anécdotas y
recuerdos quedan ahora grabados en nuestra memoria para siempre.
Fue más que un viaje, fue una
experiencia inolvidable que no dudaría en repetir.
Fuentes: yo, fotos tomadas
por mí
Lucía Poyo Vallina
Preciosa ciudad y muy buena crónica de viaje :)
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